Skip to content Skip to footer

Cómo nos gusta a los urbanitas escaparnos al campo en cuanto podemos, respirar aire limpio, pasear escuchando la naturaleza, dejar que la vista se pierda entre las montañas. Si es que se nos llena la boca cuando hablamos del pueblo de nuestra familia o el descubrimiento de nuestra última escapada rural.

Los entornos naturales proveen de agua de calidad, una atmósfera de calidad y alimentos de calidad a las ciudades. Pero ¿quién se encarga de cuidar todo esto?

Los entornos rurales son unos ecosistemas tremendamente frágiles, mantenidos gracias al saber hacer de la naturaleza, en equilibrio con la agricultura y la ganadería. De no romper esa armonía depende su futuro.

Lo del despoblamiento

Te suena, ¿no? Pues es un problemón. Cuando un municipio tiene menos de 12 habitantes por kilómetro cuadrado, está en riesgo de despoblación. Y en España tenemos el 42% de municipios así. Casi nada.

Estos municipios se concentran principalmente en cinco regiones del noroeste peninsular, muchas de ellas en zonas de media o alta montaña. Y ¿sabes dónde se ubican también una buena parte de las granjas y fincas ganaderas? En estas zonas. Sería bueno hacer todo lo posible para que los profesionales que allí trabajan puedan seguir haciéndolo y dándole vida a la España vaciada.

No es fácil vivir en el campo

No, no te vamos a hablar de que las ganaderas y ganaderos tengan un trabajo duro -que lo tienen-. Es que estos territorios, muchas veces alejados, tienen menor acceso a servicios tan elementales como un hospital, un colegio o una farmacia. Las comunicaciones tampoco son el fuerte del entorno rural español.

Son cosas tan elementales en una ciudad, que muchas veces no nos paramos a pensar que son las condiciones de vida de todas esas personas que se encargan de producir la carne, la leche, las legumbres o las hortalizas que consumimos.

Optimismo

No sé si es por la serotonina que liberas cuando disfrutas de la carne, pero somos optimistas por naturaleza. Sí, esa naturaleza en la que se integran las miles de ganaderías, desde las dehesas extremeñas a las montañas de los Pirineos o la Cordillera Cantábrica.

Creemos en la ganadería como motor económico y social de las áreas rurales. Ayuda a fijar población en el territorio, pero también a la prevención de incendios, el abono natural del campo y el fomento de la biodiversidad.

Razones de sobra para ser optimista ; )